Lestat estaba desabrochando los botones de la camisa de Armand. Cuando por fin lo logró, comenzó a besar delicadamente su cuello.
-Lestat...nosotros no... -Armand gritó de dolor cundo Lestat atravesó su pálido y delicado cuello con sus colmillos.
Lestat difrutaba el sabor de la sandre de Armand....sabía tan dulce, tan inocente. Sentía, delicadamente, la sandre fluir dentro de sí, podía escuchar el otro corazón que latía más lentamente. Muy a su pesar, pues a él le hubiera gustado sentir el pequeño cuerpo de Armand bajo el suyo para siempre, se separó y se hizo una incisión con sus dientes en la muñeca para posteriormente ofrecércela a Armand.
Armand bebió de la muñeca de Lestat con ansias. Había perdido mucha sangre por culpa suya, pensó, y ahora era tiempo de vengarse. Ya no pudo seguir pensando, el latido del corazón de Lestat lo invadía todo, podía sentir casi inconsientemente el cuerpo de Lestat cayendo sobre él, sin fuerzas, pero Armand no quería, no podía desprenderse de esa fuente de sangre. Una sangre poderosa y llena de recuerdos de Lestat, recuerdos que seguramente no debería de estar viendo.
-Armand, para, ya casi no tengo sangre -dijo con un hilo de voz Lestat mientras se desplomaba por completo sobre él; Armand coloco la boca de Lestat sobre la herida que tenía sobre el cuello y casi automáticamente Lestat comenzó a succionar la sangre.
Cuando Lestat se separó, pudo ver como la herida de donde había bebido minutos antes se cerraba lentamente y Lestat sólo pudo besar ese cuello tan hermoso.
-Lestat, tienes el rostro cubierto de sangre -dijo Armand mientras lamía la cara ensangrentada de Lestat, deteniéndose un poco en las comisuras de los labios, éste a su vez disfrutaba de cada roce de esas manos y la tortura que era sentir esa lengua recorriendo su piel.
Lestat, con ayuda de la suave luz, observó lo que pudo del cuerpo del otro vampiro y comenzó a reír.
-¿Qué tienes? ¿Qué pasa? -preguntó, sin comprender Armand.
-¿Aún crees que es imposible? Debes de saber que mi sangre es especial. Seguro que ya empezaste a sentir los "efectos secundarios" -dijo Lestat maliciosamente.
Y efectivamente, ya sentía como si su cuerpo se calentara poco a poco, como la sangre fluía más rápido por sus venas.
-Verás, hace tiempo recibí la sangre de alguien muy especial, y digamos que tengo ciertas...ventajas desde entonces. ¿Te sigue molestando la idea de que estemos así? ¿Acaso estoy demasiado cerca de ti? -decía Lestat con un brillo especial en los ojos.
-No me molesta que estemos así de cerca, me molesta que estemos así de lejos -rápidamente acercó su cara y le robó un beso al mayor.
Su cuerpo y su mente gritaban "Lestat", respiraban "Lestat", necesitaban "Lestat". Rompió el ardiente beso y con un atrevimiento nada propio de él le dijo:
-Quítate la camisa. Ahora -prácticamente lo ordenó.
Éste lenta y muy seductoramente, se despojo de la capa, acomodándola y poniéndola como almohada bajo la cabeza de Armand. Luego, y con una lentitud desesperante pero con un estilo único, desabotonó su camisa, la aventó al lado y se pasó una mano por el cabello.
Parecía demasiado perfecto y Armand sólo podía pensar en qué parecido era Lestat a un sueño húmedo.
-Mi ángel de Caravaggio, ¿alguna vez te han dicho lo seductor que eres? -pasó la yema de sus dedos sobre ese juvenil pecho. Posó su boca sobre el cuello y comenzó a descender lentamente, pasando a sus hombros, luego rozando nuevamente su pecho hasta llegar a su estómago no demasiado musculoso, pero bien formado. Esos besos se sentían como fuego, como si toda la sangre se le fuera dle cerebro hacia su cara sonrojada.
Lestat disfrutaba de cada instante. Ver a Armand con esa cara de susto, pero de placer a la vez, lo hacía mil veces mejor.
Suavemente, despegando los labios de la sedosa piel, movió sus manos hasta acercarlas al cinturón del apretado pantalón.
-Le...Lestat...por favor...te quiero -le dijo Armand, indicando con la vista el pantalón del otro.
-Está bien, gatito mío, primero yo y después tú. Pero no te arrepientas si no me puedo controlar. -dijo con una sonrisa pícara.
E igual que la vez pasadam removió sus pantalones con una gracia inigualable, dejando al descubierto unos muslos parecidos a los de un atleta.
-Mi turno -y con una rapidez inusual, removió los pantalones de Armand.
Armand no podía creer que "eso" estuviera pasando, Lestat estaba haciendo que su cuerpo reaccionara de una manera que sólo había vivido desde que era el aprendiz de Marius, cuando aún estaba vivo.
El otro vampiro detuvo su labor para ver a Armand.
-¿En qué piensas? Espero que no sigas teniendo dudas sobre esta sangre.
-No es eso...es sólo que... -dijo Armand.
-Su aún tienes dudas, te pienso demostrar que nunca miento y que siempre cumplo lo que prometo, y te prometo que lo que haré a continuación te va a gustar...mucho -dijo Lestat mientras continuaba besando aquel cuerpo juvenial, ahora más lentamente, disfrutando al ver las reacciones de Armand, disfrutando al hacerlo sufrir, disfrutando verlo pedir más.
Bajó su mano a los boxers de seda para rozar cierto bulto que se estaba formando allí.
-Y yo pensando que aún eras un niñño pequeño -dijo Lestat y con la otra mano delineó el borde de la ropa interior de Armand- Tu piel es tan fina, tan suave. Quiero verte completo.
Armand se sentíaa acorralado, pero en la mejor manera posible. Aunque creía poder desmayarse, asintió lentamente, el sonrojo haciéndose más evidente.
Lestat comenzó a bajar cuidadosamente los boxers.
-Nunca pensé que fueras tan... -Armand se sonrojó- ...hermoso.
Lestat se lamió los labios. Armand intentó quitarle los boxers a Lestat.
-Mi Armand, no seas desperado, todo a su tiempo -apartó las manos de Armad y las sujetó sobre su cabeza, inmovilizándolo- No sabes como he deseado esto, Armand. Tantos años...siglos.
Comenzó a besar los labios del vampiro que se encontraba bajo él. Armand sólo pudo responder este beso, tan profundo, tan cálido, sentía correr fuego líquido por sus venas, pero él quería más.
-¿Realmente lo quieres? -Armand asintió, sin pensarlo dos veces- Entonces demuéstralo.
Lestat señaló la única prenda que traía puesta. Armand no esperó más explicaciones, el momento que Lestat soltó sus manos, éstas fueron, instantáneamente, hacia los boxers de su compañero y los retiró de un jalón.
Lestat sonrió al ver lo desesperado que estaba Armand. No podía dejar de pensar que, aun estando en este tipo de situación, Armand seguía pareciendo un ángel incapaz de realizar lo que ellos harían a continuación.
-Te amo, Lestat. Haz lo que quieras conmigo, pero por favor...bésame -dijo con voz temblorosa el joven.
Lestat obedeció a Armand y lo besó desesperadamente, transmitiéndole toda la pasión que sentía en ese momento.
Armand comenzó a frotar su cuerpo contra el de Lestat.
-Armand, si sigues haciendo eso...noo me podré controlar -dijo Lestat con voz entrecortada.
-Eso es precismente lo que quiero.
Lestat no pudo contestar, sólo pudo producir algo parecido a un gruñido. Esa fricción era alguna tortura infernal, pero también lo mejor que les había pasado a los dos.
De la nada, Armand sintió un espasmo increíble recorrer su cuerpo entero y gritó.
-Te ves tan hermoso así, Armand...esas mejillas sonrojadas...tu pecho...me vuelves loco -Lestat comenzó a acariciar y besar el cuerpo de Armand, quel cuerpo casi infantil con el que había soñado tantas veces.
A medida que las manos y los labios de Lestat descendían por su abdomen, luego su cintura y finalmente la entrepierna de Armand se produjo otro grito. La mano de Lestat se hallaba en el miembro de Armand, dando un suave pero intenso contacto; esa piel tan sensible tenía ahora sus ventajas.
Armand estaba prácticamente temblando, era la primera vez que se sentía totalmente fuera de control, pero se dejaría vencer mil veces antes de permitir que se acabara ese contacto.
Y Lestat, con lo mcho que difrutaba ver lleno de deseo y necesidad a su pareja, no tenía intenciones de parar.
-Armand, pareces un dulce listo para comerse -dijo Lestat, su voz llena de dobles intenciones.
-Entonces cómeme -Armand no pudo decir aquellas palabras.
-Gracias por tu permiso, pero no era necesario, lo iba a hacer de todas formas -dijo Lestat al mismo tiempo que su boca bajaba a la erección de su compañero.
Su lengua empezó a recorrer el miembre saboreando el cuerpo masculino de Armand. Todo esto era demasiado para él, había intentado evitar mostrar cuanto le gustaba ésto, pero falló. Sin saber ni como, ya que esa sensación era demasiado intensa, enredó sus dedos en el sedoso cabello de Lestat y comenzó a gemir debilmente.
+++++++++++++++++++++¡CONTINUARÁ, AMPARITO-CHAN!++++++++++++++++++++
Dioses... yo recuerdo este cuento. También recuerdo mi telenovelesca frase "Entonces demuéstralo"... chale conmigo.
ResponderEliminarkowaio_____O
ResponderEliminarowo baka! [qe baka m snto diciendo qe soii baka :B]